19 de noviembre de 2012

Editorial: Acerca del Intrusismo en el Área de Aplicación de la Psicología del Deporte.


Dr. Francisco Enrrique García Ucha

ACERCA DEL INTRUSISMO EN EL ÁREA DE APLICACIÓN DE LA PSICOLOGÍA DEL DEPORTE.


Por: Dr. Francisco Enrique García Ucha 
       Vicepresidente de SIPD para Centroamérica y el Caribe. 

Hace aproximadamente cuatro semanas que un amigo me escribió desde Europa, altamente preocupado por el aumento de la presencia de personas que ostentando un certificado de un curso o una carta de recomendación como: “motivadores”, especialistas en coaching, en comportamiento humano o en asesoría, así como otras acepciones, aparecen en clubes deportivos, equipos y otras instituciones deportivas asumiendo tareas que evidentemente deben ser desarrolladas por psicólogos. 


Hay que considerar que el deporte es un nicho de mercado en diferentes regiones del planeta donde muchos pueden satisfacer sus ambiciones económicas y algunas personas llevan acabo acciones con ese fin sin ningún tipo de escrúpulo y no perciben las consecuencias de las mismas. 

El abanico de personajes que se presentan a entrenadores y deportistas incluye a mercachifles que de manera ilícita promueven formulas para lograr el éxito. 

La presencia en el deporte de un clima psicológico de alta tensión, por el deseo de alcanzar la perfección y llegar a grandes rendimientos hace a los participantes propensos a buscar cualquier ayuda para garantizar sus resultados, mantener un estado de bienestar subjetivo e incrementar su autoconfianza. 

Sin embargo, los que se dedican al intrusismo no cuentan con el arsenal de competencias necesarias para darle solución adecuada a los problemas que en ocasiones se le presentan a un deportista o a un equipo. 

De acuerdo con la filosofía de estos personajes todo el mundo puede solucionar todo tipo de problema y en primera instancia hay que considerar que cualquier tipo de intervención requiere ante todo una formulación precisa. 

Cualquier práctica tiene en su desarrollo grados diferentes de complejidad que únicamente un experto puede darle solución, pongamos por ejemplo el uso y empleo de la relajación requiere de un diagnóstico diferencial para conocer si realmente el participante adquirió la habilidad de relajarse o simplemente se encuentra sugestionados. 

J. Piaget, señaló “Casi todo el mundo posee una tendencia que los lleva a pensar que pueden asumir el papel de psicólogos, a pesar de que se precisa una cultura más que promedio para comprender que cualquier afirmación en psicología supone unas comprobaciones experimentales bastante difíciles.” 

Generalmente, el intrusismo tiende al fracaso y más que comprender la falta de competencia del falso experto se pierde la confianza en las intervenciones empleadas anulando los posibles efectos beneficiosos que se pudieran llegar a lograr en manos de un especialista calificado. 

A menudo, la puerta de entrada del intrusismo se debe como señalan Jara y Garcés de los Fayos, (2010) a posibles insuficiencias y limitaciones de los psicólogos en el desarrollo, por ejemplo en el entrenamiento mental. Agregaría, también a fallos y errores en el encuadre de la tarea, que llevan al solicitante de los servicios psicólogos, se entrenador o deportista a dudar no sobre la excelencia del profesional sino sobre las posibilidades de la especialidad. Por ello, el llamado que hacen en su artículo de Cuadernos de Psicología del Deporte Jara y Garcés de los Fayos sobre la necesidad de reflexionar acerca de los errores, contradicciones o incongruencias que los psicólogos han hallado en su desempeño profesional, resulta una actividad de primer orden. 

La capacitación permanente es una de las formas más adecuada de aumentar la excelencia en el que hacer profesional. 

Otras acciones encaminadas a limitar la frecuente aparición de este fenómeno ha sido propuesta por colegas como Cantón, (2009) cuando argumenta: que la profesión de psicólogo tiene delimitaciones y consistencia como para poder identificarla como un área de especialización de la psicología y por ello contar su reconocimiento como tal a por medio de algún proceso de acreditación, por los colegios oficiales de psicólogos y las instituciones de los Estados. 

Prácticamente en casi toda Iberoamérica no existe legislación laboral que pueda ser de referencia a estos problemas y por otra parte a pesar de las posibles acciones de los colegios, federaciones y asociaciones de psicólogos del deporte para proteger a los deportistas, entrenadores y organizaciones deportivas de estos personajes, las medidas no llegan a resultar efectivas e incluso penetran con frecuencia por la puerta trasera de las instalaciones deportivas.

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